miércoles, 20 de julio de 2016

EL HAMBRE Y LA SALUD NO ESPERA EN MI CASA, NI EN VENEZUELA...

Twitter: @paulagiraud29

 El hambre y la gravìsima situaciòn en la salud en Venezuela NO espera. Si tenemos una crisis humanitaria en mi paìs, asi el Gobierno, se empeñe en negarla. En el àrea de la salud por ejemplo, en lo personal sufrì una pesadilla en los hospitales pùblicos de la capital. Mi mamà del 15 de junio a julio 2014, viviò un total infierno y yo como su ùnica hija al lado de èlla, viendo como se le iba la vida totalmente desnuda, hasta que falleciò el 4 de julio 2014. Hasta el agua potable que se tomaba en Terapia Intensiva y en las salas de emergencia  en el Hospital de Coche y en el Infernal-horroroso Hospital de los Magallanes de Catia, en donde  las moscas le  revoletean encima a los paciente  y con  baños putrefactos, tenìa que llevàrsela diariamente. Todos los exàmenes de laboratorio que le ordenaban realizar interdiariamente, tenìa que correr a las Clìnicas de Catia o a la Clìnica Atìas de la Urbanizaciòn Los Rosales (Caracas y cerca de mi residencia, en la Parroquia El Valle). Conozco de cerca el infierno de la inhumana salud pùblica del Socialismo del Siglo XXI, y conozco de cerca lo que es tener hambre e irne a la cama sin comer nada o no desayunar nada muchas veces.


Soy un profesional universitaria jubilada luego de servirle al Estado un total de 26 años compartidos con el reporterismo en medios importantes de mi país, como el Bloque Dearmas, en el Diario de Caracas cuando fue un medio de gran prestigio en los 80-90 y que desde hace mucho ya no existe, como otros tantos medios del país que “fallecieron” con el Socialismo del Siglo XXI, Diario Frontera (primer periódico de la bella Mèrida), Radio Uno con un programa radial semanal que se llamaba 4to Poder que estaban bajo la dirección y prestigio del Ingeniero Nelson Belfort (padre) y del súper locutor y hombre de la radio, como lo fue  Josè Luis Seijas Núñez, ambos fallecidos y cuyas muertes me entristecieron mucho.

Soy una periodista “de a piè” egresada de la Universidad Central de Venezuela, la primera Casa de Estudios de mi país. Mis ingresos actuales no llegan a 2 salarios mínimos (aproximado 28 dòlares al mes, en una economía totalmente dolarizada), y para comer en la Venezuela del hambre, de la miseria y bajo el imperio aterrador del hampa, se necesitan mínimo 17 salarios mínimos para una familia de 4-5 personas puedan comer. En mi casa somos tres, sin incluir mi perrito Sky (Cocker Spanish), que para mi es otro miembro màs de la familia desde hace 8 años.

En mi hogar, como en el de millones de hogares en el país, estamos subsistiendo y muy mal alimentados a esta gran calamidad social, política, mèdica y de inseguridad ciudadana que todos sufrimos sin diferencias polìticas: Vivo aterrada todo el tiempo cada vez que salgo a buscar lo que no hay por decenas de bodegas y supermercados de la capital, o cuando debo ir a un banco una vez al mes a buscar efectivo en días de poco movimiento bancario y en zonas de la capital y horarios que considere que mi integridad física no corra peligro.

 Para estas diligencias salgo mal vestida, zapatos cómodos porsia acaso deba correr: Los caraqueños, principalmente los que vivimos en zonas populares, como la Parroquia El Valle, tenemos en nuestra siquis el fantasma de El Caracazo (27-28 y 1 de marzo 1989), y  la realidad de la Venezuela 2016,  es muuuucho peor que la de ese trágico episodio de nuestra historia ciudadana, y  SI confieso pùblicamente que tengo mucho miedo que pueda volver a suceder y a gran escala en todo el país.

Cada vez que salgo de mi casa, no uso cartera, además de evitar de vestirme bien, para minimizar las probabilidades de ser victima del hampa. Llevo para las compras con una bolsa plástica grande de mercado con los personajes de Walt Disney. Y  Por supervivencia frente al hampa desbordada, antes del anochecer mi persona y  los venezolanos en general procuramos en lo posible estar encerrados en nuestros hogares.

A LLORAR-LLORAR CUANDO SE NOS DAÑA UNA COMPUTADORA O UN ELECTRODOMÈSTICO:

El arreglo de mi computadora principal, no sè cuànto tiempo de corta vida ùtil le queda, significò UNA RUINA en mis golpeadìsimos ingresos. Y mi lapto falleció definitivamente el 3 de junio de este año, la cual no tiene arreglo en la Venezuela que nada hay, y ni en sueños podrè comprarme otra por muchos años.

A mi mascota, también la crisis espantosa de Venezuela, me lo ha golpeado feìsimo Por ejemplo, desde hace 3 meses, no pude comprarle màs a mi Sky su bolsa de DogChow de 4kg, que solamente le alcanzaban para 3 semanas y “pichirreados” a una taza por dia. Ahora le “mato el hambre” con crema de arroz Polly o Primor (cuando lo consigo), que ya cuesta el potecito 1.050Bs, mezclado con agua, el cual le cocino hasta que espese.

En estos tiempos muy oscuros del país, al igual que miles de venezolanos no hay desayuno ni con pan, ni con arepas, ni con panquecas, ni con CornFlakes con leche, porque nada hay, y lo que se consiga en el Mercado Negro de los “bachaqueros bichos” es tan caro, que no se puede comprar casi nada. No he podido renunciar al café negro (sin marca y artesanal que viene de los andes venezolanos) que debo comprar a la punta de un peligroso barrio caraqueño a un bachaquero, que hasta la  última semana de junio 2016, me cobrò el medio kilo a 2 mil bolívares.

El dìa de mi cumpleaños y santo, el pasado 29 de junio, Dìa de San Pedro y San Pablo, me quedè nuevamente sin celebrar nada, porque cumpleaños sin pastel ¡no es cumpleaños!. Desde el Dia del Periodista, 27 de junio, mi hija estuvo recorriendo en bus público, pastelerìas desde el Centro de Caracas (Av. Urdaneta y Avenida Fuerzas Armadas), hasta la Parroquia El Valle, pasando por la Urbanizaciòn Santa Mònica, Avenida Victoria, Los Símbolos y todas las neveras de las pastelerìas-panaderìas estaban totalmente vacìas por falta de harina de trigo, azúcar, margarina y materia prima en general para hacer postres: La mayoría de las pastelerías estàn sin tortas, ni dulces, ni pasta seca (galletas).

MI LLANTO DEL DOMINGO 17 DE JULIO:

El domingo 17 de julio deseaba (con hambre) con la lluvia sobre mi rostro, como en otros tiempos al igual que la mayoria de los venezolanos , ir a la panaderìa cercana de mi casa (Parroquia El Valle-Caracas) y tener acceso a 3 pan campesino,1/4 kg de queso amarillo uruguayo (que me encanta), 1/4kg de jamòn, 150 gramos de salchichòn importado, un diablito Underwood y una garrafa de 2 litros de jugo de naranja Frika. Una comprita dominguera sencillita, cuesta hoy el 60-70 por ciento de un salario mìnimo, y muy pocos venezolanos podemos hacerlo hoy.


Desde la madrugada del sábado para el domingo 17 de julio, estuvo lloviendo en Caracas al igual que el sábado 16 y el viernes 15 de julio.El domingo 17 de julio, salì muy abrigada con mi sueter gris remendado por las calles solitarias a las 6:35am con mi "madre gripe" que desde el 9 de julio me ha tenido muy mal.Salì a comprar para mi gran disgusto los 2 periòdicos del Gobierno: Ültimas Noticias y el Correo del Orinoco, los necesito para mi SKY y para mi frustraciòn no puedo comprar los periòdicos que toda mi vida compraba los domingos como son: El Nacional, El Universal, La Razòn, 2001 y alguno màs, porque para mi sus altos precios desde hace muuuucho no los pude volver a comprar.

En los periòdicos del Gobierno (incluyendo el que està en La Urbina-Caracas y que es màs oficialista-jaletis que el mismo Correo del Orinoco, en Venezuela todo està muy bien por el camino que transita el Socialismo HAMBREADOR, ademàs de burlarse de la "crisis humanitaria" y de los "mediàticos venezolanos" que van a Colombia a comprar comida, jabón, papel toilet y medicinas.

El  domingo 17 de julio, mirè al cielo con el corazón roto y a la lluvia que me caìa en el rostro y le pedì a Dios con toda mi alma, que las gotas de la lluvia fuesen agua bendita para mi paìs, y nos ayudara a salir pronto de esta tragedia horrorosa.

El domingo 17 de julio deseaba (con hambre) con la lluvia sobre mi rostro, como en otros tiempos al igual que la mayoria de los venezolanos (incluyendo los que viven en el Barrio Zamora,La Matanza, Barrio San Andres, etc de la muy popular Parroquia El Valle), ir a la panaderìa cercana de mi casa y tener acceso a 3 pan campesino,1/4 kg de queso amarillo uruguayo (que me encanta), 1/4kg de jamòn, 150 gramos de salchichòn importado, un diablito Underwood y una garrafa de 2 litros de jugo de naranja Frika.

Los domingos, mi rutina antes de esta debacle del Gobierno de Maduro, era comprar mínimo 4 periòdicos e ir a la Panaderìa a comprar la lista usual para muchos, como la que acabo de mencionar. Hoy todo esto es imposible: Los venezolanos no tenemos acceso a nada o porque NO HAY o los precios de una comprita dominguera (sencillita, para desayunar y algo para la noche) es mìnimo el 60-70 por ciento de un salario mìnimo.

Como profesional universitaria jubilada como ya expresè anteriormente, no llego a dos salarios mìnimos (sin cesta ticket), y mi realidad es la misma de millones de venezolanos: HAMBRE Y MÀS HAMBRE, mientras este desdichdo gobierno, se burla del pueblo y cuando sale desesperado hacia la frontera colombiana a buscar comida y medicinas, le dice "MEDIÀTICO".


Estoy segura que para los colegas periodistas directores de Ultimas Noticias(EDR,mi profesor-amigo en la UCV y la de  el Correo del Orinoco, a quienes conozco desde hace un montòn de años, en sus casas nada les falta y tienen sus neveras repletas con todos los productos que muy pocos venezolanos pueden comprar, y si se enferman èllos o sus familiares les traen las medicinas del exterior o les dan los dòlares o euros para verse con los mejores mèdicos del exterior o tienen entrada VIP en el Ala Especial del Hospital Militar. Y pensar, que muchos periodistas venezolanos, fuimos muy amigos de ellos cuando eran gremialistas. Hoy no ayudan a nadie, viven en un castillo de cristal, el mismo de la Canciller Delcy Rodrìguez, de su hermano el Alcalde, Diosdado, los Maduro-Flores, los Chàvez, los Carreño, los Istùriz, los Arreaza, los Padrino-López, etc y etc.
En la Venezuela NO HAY pan, no hay nada de nada y lo que hay cuando llega o la gente no lo puede comprar por precios muy por encima de sus muy empobrecidos ingresos, y lo que es regulado-controlado y llega a un abasto o supermercado, la situaciòn es de gran angustia de la gente desesperada por poder tener acceso a lo que sea que llegue. Tiene que haber vigilancia policial y militar, para evitar que los ànimos alterados de la gente "hambreada" se caigan a golpes o reviertan el orden público y pongan en peligro la integridad de los negocios. Cada vez que presencio estas escenas, siento una gran angustia como venezolana y periodista de "a piè". Evito los tumultos pùblicos por resguardo de mi integridad fìsica y tambièn para evitar a los malandros que aprovechan robar a los ciudadanos que estàn en estas grandes concentraciones de personas haciendo kilomètricas colas.