Este jueves 9 de marzo 2017, caminé entre 10 a 11 am por lugares que me muy pocas personas se atreven. En mi edificio tanto el conserje, mi hija y otros, me dijeron con advertencia roja, que por nada me fuese a pié, desde Estación Metro Hospital Periférico de Coche-Mercado hasta el Club de Sub-Oficiales a corta distancia de Las Mayas, zona súper candela para muchos, lugar en donde hay un aserradero industrial.
Mi misión este jueves 9 de marzo, lloviese o relampaguera era buscar con muy poco dinero, un bolsa grandota de aserrín para “Simba”, el gatico huerfanito que mi hija rescató del estacionamiento en Noviembre 2016. El pobre Simba, tenía dos días con su cajita plástica hecha un desastre y como todo buen gatico, detesta lo que no esté pulcro. Hace 4 días se había acabado un “aserrín de pino” que mi hija había comprado en un lugar “exclusivo” de Caracas en diciembre 2016.
En la mañanita del jueves 9 de marzo a las 6:30am, muy valientemente y sintiendo
muchos escalofríos me metí timídamente
en la regadera con agua fría (primero un
pié, luego el otro, después un hombro… ja ja ja). Hace 4 años quité el
calentador en mi casa, porque las llaves o las empacaduras del baño y del
fregadero se dañaban cada 5 meses con el
recalentamiento muy fuerte de todas las viejas tuberías del Apto cuando
enchufaba el calentador. Y la crisis
horrible que tenemos en Venezuela, no alcanza para pagar plomeros ni para buscar
repuestos que “no hay” en las ferreterías del país.
Tuve que hacer una agenda espartana de guerra-guerra desde
el Día Internacional de la Mujer(8 de junio), porque llegué a marzo en ROJO. La
mala noticia y sin evitar REIRME Y REIRME la tuve este martes al ir al Banco
cuando fui actualizar la libreta de Ahorros, por cierto, no hay cartón ni material
para reponer libretas en muchos bancos del país, desde diciembre 2016.Retiré 7
mil tristes bolívares(menos de 2 dólares).Luego de este sustooo, cuando vi que
estaba en ROJO: NI siquiera el saldo
alcanzaba para comprar una bolsa del CLAP de las que vende el Gobierno cada 40 días, en el caso que la misma llegase en esta semana o
la otra en donde vivo (quedaría OUT), pero pude robar muchas risas a Carolina, una Ejecutiva
de Atención al Cliente y a una Cajera que siempre es muy seria-seria del Banco Mercantil de la Avenida Victoria. Yo me dije, si pude hacer reir a la cajera
que nadie le roba una sonrisa, como que me busco al maravilloso comediante
Emilio Lovera o a Vanessa Senior, para que me den un “tigrito” de lo que sea detrás de un escenario, y así sobrevivir
esta vaina tan horrorosa que nos tiene en Venezuela a todos azotados y flacoooos como una lombriz.
Hoy decidí caminar muuucho. Transité todas las aceras rotas
y de aguas sucias desde el conocido
Liceo José Ávalos hasta el Metro Jardines El Valle, que es la estación más
lejana desde donde vivo. La otra que es cercana, está en la Plaza de El Valle,
que nada más son 10 minutos a pie de mi vivienda. Mientras caminaba, lo que
veía era un gentío pobrísimo sentado por las aceras y escaleras de negocios
desde el McDonald hasta Los Jardines El Valle. Buhoneros, vendiendo lo que la
imaginación pueda inventar. Pero mucho peor fue en las aceras y calles del
Metro Estación Hospital Periférico de Coche-Mercado vía a Las Mayas y Club de
Sub-oficiales…Se están vendiendo zapatos viejos, ropa usada bien fea, pequeños
tubos de acero (usados)…Bueno por el Liceo José Ávalos, cerca de donde vivo,
venden en la calle pocetas y fregaderos usados.. materiales de construcción
también usados..¡La pobreza total en close up! se apodera de todas las calles
que transito…
Como tenía tantas advertencias de el Conserje, de mi hija y
un gentío que no me fuese a pié desde el Metro Hospital Periférico de
Coche-Mercado hasta el Club de Sub-oficiales que está en verdad en Las Mayas(Zona
roja), lugar a donde yo me dirigía en
busca del Aserradero Industríal que está por esos lares, subiendo un callejón
pobrísimo que va a un barrio que toca el cielo. Lo que hice fue rezar y rezar,
ponerme más “mosca” de lo que siempre estoy, caminar por donde debía hacerlo y
entre la gente que veía confiable. O es que yo recé mucho o un montón de
ángeles me acompañaban, pero yo vi que mi recorrido no eran tan lejos y “tan peligroso”
como tanto me habían dicho (para mí, pero para los demás NO).
No quería tomar ningún autobús que me dejase frente al Club
de Sub-Oficiales, que luego sigue por Las Mayas, porque en la Caracas de hoy,
y en esa zona a la que me dirigía a pié,
me dá mucho más miedo irme en transporte público. A pié, yo siento que tengo el control de evadir obstáculos o
personas que me dan mala vibra, pero en un transporte público el control total
lo tienen los delincuentes a punta de pistola.
Me gusta seguir mi intuición y si algo me da miedo o me pone
en “alerta” internamente, sencillamente no lo hago. En la medida que pueda y no
tenga otra opción como algunas veces me sucede, tomo un bus pero no sin antes
observar detalladamente a la unidad y cuántas personas van adentro, además de
mirar sus rostros. Y si en algún momento tengo un mal presentimiento, me bajo
del bus inmediatamente.
Aún cuando divisaba a
pié desde la Estación de gasolina de La Rinconada al Club de Sub-Oficiales,
pregunté 3 veces a los vendedores de empanadas y pastelitos andinos, al igual
al señor que vendía jugo de caña recién exprimida de un trapiche, para
que me dijesen por donde debía caminar y que fuese más seguro para los
transeúntes.Pasé a duras penas, el puente estrecho que enlaza al
Hipódromo de La Rinconada con la autopista Valle-Coche porque había una gran
gandola estacionada y su chofer revisaba el motor delantero.
Me fui caminando pegadita de la gandola y tropezándome
cerquita con un liceísta y una señora que me sonrió, que hacíamos lo que
podíamos para transitar el puente (la gandola estaba fastidiando el paso).
Luego de este tramo full carros corriendo, logré llegar cerquita del Club de Sub-Oficiales e irme por
la subidita de Las Mayas. Al llegar a este punto, volví a preguntar dos veces
más cómo llegaba al Aserradero…No era tan lejos o “aparentemente” tan peligroso,
como decía mucha gente por donde vivo. Yo no sentí miedo en esta oportunidad.
Supongo que es porque recé tantos Padrenuestros y muchas Ave María como la Oración
del Ángel de la Guarda desde que salí de mi casa, que SI habían delincuentes NO me vieron o era
invisible, que es la manera como me gusta sentirme cuando salgo de mi casa en Caracas, la segunda capital más peligrosa del mundo.
Localicé el callejón y la subida que va al Aserradero y a un
barrio escondido que está cerca del cielo .Caminé el gigantesco Aserradero para
buscar a algún obrero que estuviera trabajando con listones de madera. Yo no iba hablar con
ningún jefesote de las oficinas de allí, sino al lugar de las faenas. Saludé
muy amablemente al obrero. Le dije que necesitaba aserrín del que estaba
cayendo de su trabajo en el cemento, para un gatico que en mi casa habíamos
rescatado de la calle en noviembre 2016. Muy amablemente me señaló que buscase
a su capataz que estaba a 3 metros de nosotros, para tener el debido permiso. Me acerqué al capataz, un
hombre sencillo de pueblo, delgado, moreno claro, cabello negro, de 45 años
aproximadamente, vestido con franela y pantalón negro. Le conté mi historia del
gatico y para qué necesitaba el aserrín. Muy gentilmente agarró una pala de
plástico y me llenó mi bolsa grandota con aserrín.
Hablamos un momentico de la gravísima situación del país. Me
dijo que tenía dos animalitos en su casa: Un lorito y una tortuga a los cuales
alimentaba con frutas, verduritas y
hojas de luchuga de las que desechan los buhoneros del Mercado Mayor de Coche,
pero que ya no las regalan como hace 3 años, sino que todo, pero todo lo venden:
“Señora, las cosas en el país están muy difíciles, ya ni en el Mercado de
Coche, como pasaba antes, regalan los vegetales o frutas que están aporreadas o
a punto de dañarse. Todo lo venden”. Le dije, luego que me llenara la bolsa
grandota de aserrín, y que cuánto era. Me respondió: “Lo que usted
pueda darme y estoy a sus órdenes cuando necesite otra vez aserrín”: Le dí 10
billetes de a 100 bolívares…que fue lo
que pude disponer de mi saldo en rojo.
Todo este recorrido que hice hoy, para mí valió la pena que como siempre terminó siendo otra aventura más…Mi agenda de este jueves 9 de marzo fue al
servicio del bello gatico Simba, que resultó todo un encanto y demasiado cómico. Tenía el pobrecito dos
días con su cajita de plástico convertida en su desastre, para su disgusto porque
es muy pulcro. No hay un día que al menos tres veces al día nos haga reir a mí o a Endrina,
es demasiado cariñoso, travieso, inteligente, mientras Sky lo observa, pero sin
celos, que era como pasaba en noviembre-diciembre
2016. Mi Sky, mi cocker ,no es de una personalidad fácil y es amigable con
quien a el le da la mismísima gana.
Me regresé del Aserradero, igual como me vine cargando mi
bolsa grandote de aserrín (de la mitad de mi estatura que es 1.72 mts ) por todos esos
lares que me habían advertido que eran muy peligrosos. Caminé y caminé hasta
llegar a la Estación del Metro Hospital Periférico de Coche-Mercado para
quedarme en la Estación de El Valle, de
donde solo camino 10 minutos hasta mi casa. La gente muy curiosamente me
preguntaba qué era lo que llevaba en mi bolsa gigante transparente con Aserrín.
Creo que pensaban, que era maíz para
pilar arepas…Ay Dios, con esta miseria tan grande en el país, el pueblo cree que todo lo que ve puede ser comida. Al
llegar a mi casa, tanto Sky y Simba me saludaron esperándome ambos en la puerta
con una alegría inmensa que parecían que se iban infartar. El gatico se
emocionó con el aserrín que traje, y apenas lo puse en su cajita de plástico se
acostó en el mismo, y luego empezó muy
feliz a hundir sus paticas una y otra vez.