
El pánico fue total de la señora Eugenia como otras veces, quien vive en un barrio de la
Parroquia El Valle(Caracas) cuando se presentan operativos policiales sorpresivos que nadie
espera: 9 delincuentes fueron tiroteados de viernes 10 a sábado 11 de marzo por la policía en un comando de la
OLP en horas de la madrugada, en busca de “El Coqui”, Luis Revette, líder de
una sanguinaria banda que se dedicaba al secuestro y a la extorsión. En los
barrios de la capital hechos como estos son parte de su vida "cotidiana"a las cuales nadie se acostumbra. En estas zonas se sube y se baja en jeep para poder realizar
la vida “normal” que "aparentemente" hacemos los venezolanos que no vivimos en
un barrio de “arribota”,como es primero que nada estar en la avenida del lugar
en donde viven, para luego poder tomar un bus, el Metro o caminar entre los
buhoneros en busca del sustento de sus casas. En sus hogares no hay gas directo,
hay que bajar en jeep y buscar las
bombonas en las avenidas cada viernes, cuando llega el camión de PDVSA Gas
Comunal .El agua tampoco llega por tubería: Hay que buscarla con sudor y
lágrimas para llenar sus tobos y tanques
de agua ubicados encima de sus casas del barrio, a las cuales les han puesto
corazón y amor para tenerlas bonitas, limpiecitas y muy cómodas en espacio.
En esta semana desde el lunes 6 de marzo, en ese barrio como
en otros en la Parroquia El Valle hubo una intensa cacería policial de
delincuentes (en lista de los más buscados) entre los cuales se encontraba uno
que es terrible, llamado EL COQUI, Luis Revette. Cuando llega la policía por sorpresa, no
solo los delincuentes se “chorrean del miedo”, sino también la gente decente
que nada tiene que ver con los delincuentes. La orden en los barrios, que a
veces algún niño o adolescente olvida, es mantener siempre las puertas de las
casas cerradas todo el tiempo, para evitar que en un momento de “emergencia
policial imprevista”, los delincuentes desesperados por salvar sus malogradas
vidas al servicio del mal, se metan en las casas que NO tuvieron la previsión
por descuido de un miembro familiar ¡haber dejado las puertas abiertas!.
Esto le pasó a la aterrada señora Eugenia, cuando escuchó el
tropel de policías armados hasta los dientes llegar sorpresivamente al barrio, y los delincuentes
empezaron a buscar desesperadamente, en cuáles casas podían esconderse. y cuáles
habían dejado sus puertas abiertas. La pobre Eugenia se petifricó del miedo,
cuando de repente vio a uno de los delincuentes perseguidos por la policía
dentro de su casa, buscando ATERRADO en dónde podía esconderse. El tipo,
escogió esconderse debajo de la cama de su nieto de 8 años. La policía entró armada hasta los dientes de
golpe y porrazo a la casa, como en otras tantas oportunidades, en busca de delincuentes fugitivos. La señora estaba ATERRORIZADA, no quería ni al delincuente
escondido debajo de la cama de su nieto, ni tampoco a la policía.
No quería un enfrentamiento policial con delincuentes dentro
de su hogar, ni un malandro muerto en el cuarto de su nieto, con todo lo eso
implica en la seguridad personal de una familia completa , sea por el mundo policial, o
por el mundo delictivo. Mientras la policía buscaba por todos los rincones de
su casa, élla rezaba con desesperación a
Jesús y a todos los santos, que la policía no encontrara al delincuente,
y que el delincuente luego de la intensa búsqueda se fuese por su propia
voluntad de su hogar. En esos intensos minutos en que la vida y la muerte se
enfrentaban, la señora Eugenia no
deseaba por nada del mundo estar en medio de ese dilema aterrador, una experiencia
común en los barrios de arribota, a los
que se llega en jeep.La respiración y el corazón de Eugenia se
aceleraron desmedidamente por el pánico que la invadía,
cuando la policía entró al cuarto de su nieto de 8 años. Buscaron por todas
partes de la habitación del niño, pero las oraciones que élla repetía con el
alma en vilo, fueron escuchadas en el cielo: La policía increíblemente no pudo
ver al peligroso delincuente escondido en contra de su voluntad en su hogar.
El
tipo, cuando vio que la policía se fue al rato del lugar, también se fue de la casa, no
sin antes mirar a los ojos de Eugenia, suponemos que diciéndole con algún gesto
de agradecimiento por mantenerse “al margen y callada como una tumba”, ya que
por esta vez él se había salvado de la
muerte "por ahora", pero con la advertencia subliminal que él también tiene familia y
amigos en su mundo del crimen.Luego de esta terrible
experiencia, cuando todo se había calmado en el barrio, sus vecinos entraron
solidariamente a su casa para darle a Eugenia una tasa de manzanilla con tilo
endulzada con papelón. Se repitieron con fuerza otra vez que como comunidad, nadie a ninguna hora del dia o
de la noche puede tener las puertas o
ventanales abiertos para evitar que un delincuente se “enconche” en algún
operativo policial o cuando se sienta perseguido.
Nadie quiere en su hogar a un delincuente mal herido o muerto en sus casas: Son muuuuchas horas de angustia y de suspenso cuando algo así sucede. Es algo que NADIE-NADIE desea que le pase.
Nadie quiere en su hogar a un delincuente mal herido o muerto en sus casas: Son muuuuchas horas de angustia y de suspenso cuando algo así sucede. Es algo que NADIE-NADIE desea que le pase.