sábado, 11 de marzo de 2017

EL PÁNICO DE EUGENIA CUANDO HAY UN OPERATIVO POLICIAL EN SU BARRIO DE EL VALLE, CARACAS... Y LOS DELINCUENTES SE ESCONDEN BAJO AMENAZA EN SUS HOGARES...




El pánico fue total de la señora Eugenia como otras veces, quien vive en  un barrio de la Parroquia El Valle(Caracas) cuando se presentan  operativos policiales sorpresivos que nadie espera: 9 delincuentes fueron tiroteados de viernes 10 a sábado 11 de marzo por la policía en un comando de la OLP en horas de la madrugada, en busca de “El Coqui”, Luis Revette, líder de una sanguinaria banda que se dedicaba al secuestro y a la extorsión. En los barrios de la capital hechos como estos son parte de su vida "cotidiana"a las cuales nadie se acostumbra. En estas zonas se sube y se baja en jeep para poder realizar la vida “normal” que "aparentemente" hacemos los venezolanos que no vivimos en un barrio de “arribota”,como es primero que nada estar en la avenida del lugar en donde viven, para luego poder tomar un bus, el Metro o caminar entre los buhoneros en busca del sustento de sus casas. En sus hogares  no hay gas directo, hay que bajar en jeep y  buscar las bombonas en las avenidas cada viernes, cuando llega el camión de PDVSA Gas Comunal .El agua tampoco llega por tubería: Hay que buscarla con sudor y lágrimas para llenar sus tobos y  tanques de agua ubicados encima de sus casas del barrio, a las cuales les han puesto corazón y amor para tenerlas bonitas, limpiecitas y muy cómodas en espacio.

En esta semana desde el lunes 6 de marzo, en ese barrio como en otros en la Parroquia El Valle hubo una intensa cacería policial de delincuentes (en lista de los más buscados) entre los cuales se encontraba uno que  es terrible, llamado EL COQUI, Luis Revette. Cuando llega la policía por sorpresa, no solo los delincuentes se “chorrean del miedo”, sino también la gente decente que nada tiene que ver con los delincuentes. La orden en los barrios, que a veces algún niño o adolescente olvida, es mantener siempre las puertas de las casas cerradas todo el tiempo, para evitar que en un momento de “emergencia policial imprevista”, los delincuentes desesperados por salvar sus malogradas vidas al servicio del mal, se metan en las casas que NO tuvieron la previsión por descuido de un miembro familiar ¡haber dejado las puertas abiertas!.

Esto le pasó a la aterrada señora Eugenia, cuando escuchó el tropel de policías armados hasta los dientes llegar sorpresivamente al barrio, y los delincuentes empezaron a buscar desesperadamente, en cuáles casas podían esconderse. y cuáles habían dejado sus puertas abiertas. La pobre Eugenia se petifricó del miedo, cuando de repente vio a uno de los delincuentes perseguidos por la policía dentro de su casa, buscando ATERRADO en dónde podía esconderse. El tipo, escogió esconderse debajo de la cama de su nieto de 8 años. La policía entró armada hasta los dientes de golpe y porrazo a la casa, como en otras tantas oportunidades, en busca de delincuentes fugitivos. La señora estaba ATERRORIZADA, no quería ni al delincuente escondido debajo de la cama de su nieto, ni tampoco a la policía.

No quería un enfrentamiento policial con delincuentes dentro de su hogar, ni un malandro muerto en el cuarto de su nieto, con todo lo eso implica en la seguridad personal de una familia completa , sea por el mundo policial, o por el mundo delictivo. Mientras la policía buscaba por todos los rincones de su casa, élla rezaba con desesperación a  Jesús y a todos los santos, que la policía no encontrara al delincuente, y que el delincuente luego de la intensa búsqueda se fuese por su propia voluntad de su hogar. En esos intensos minutos en que la vida y la muerte se enfrentaban, la señora Eugenia  no deseaba por nada del mundo estar en medio de ese dilema aterrador, una experiencia común  en los barrios de arribota, a los que se llega en jeep.La respiración y el corazón de Eugenia se aceleraron desmedidamente por el  pánico que la invadía, cuando la policía entró al cuarto de su nieto de 8 años. Buscaron por todas partes de la habitación del niño, pero las oraciones que élla repetía con el alma en vilo, fueron escuchadas en el cielo: La policía increíblemente no pudo ver al peligroso delincuente escondido en contra de su voluntad en su hogar.

 El tipo, cuando vio que la policía se fue al rato del lugar, también se fue de la casa, no sin antes mirar a los ojos de Eugenia, suponemos que diciéndole con algún gesto de agradecimiento por mantenerse “al margen y callada como una tumba”, ya que por esta vez  él se había salvado de la muerte "por ahora", pero con la advertencia subliminal que él también tiene familia y amigos en su mundo del crimen.Luego de esta terrible experiencia, cuando todo se había calmado en el barrio, sus vecinos entraron solidariamente a su casa para darle a Eugenia una tasa de manzanilla con tilo endulzada con papelón. Se repitieron con fuerza  otra vez que como comunidad, nadie a ninguna hora del dia o de la noche puede tener las puertas  o ventanales abiertos para evitar que un delincuente se “enconche” en algún operativo policial o cuando se sienta perseguido.

Nadie quiere en su hogar a un delincuente mal herido o muerto en sus casas: Son muuuuchas horas de angustia  y de suspenso cuando algo así sucede. Es algo que NADIE-NADIE desea que le pase.