jueves, 6 de agosto de 2020

SE FUE AL INFINITO LA EX PRIMERA DAMA,DOÑA BLANCA RODRIGUEZ DE PÉREZ UNA GRAN VENEZOLANA QUE AMÓ A SU PAÍS CON DEVOCIÓN....













😞¡Se fue al infinito Doña Blanca María Rodríguez de Perez!, falleció en la noche de este miércoles 5 de agosto tras sufrir un paro pulmonar. Fue una extraordinaria mujer venezolana y de sólidos principios cristianos. Muy católica,como buena andina que era. Le tocó enfrentar SOLA con dos nietos y su hija Carolina el Golpe de Estado del 4 de febrero de 1992.

...En los ocho salones protocolares de la residencia oficial del Presidente de la República corrió el miedo. En sus murallas y garitas, los soldados por primera vez en sus jóvenes vidas estuvieron bajo una ráfaga de PLOMO PAREJO,bajo el mando del comandante Bacalao, jefe de la Guarda y Custodia de la familia presidencial, y de Antonio Aguinagalde, el jefe de la escolta civil. Afuera, los alzados, camuflados y con brazalete tricolor en el brazo izquierdo, comandados por el futuro ministro de Interior y Justicia Miguel Rodríguez Torres, enfrentaban al miedo de ese alzamiento militar o intentona golpista.

En todas las casas de civiles que rodeaban a la Casona Presidencial reinaba el miedo y la indefensión.Alrededor de La Casona la noche llegó con balas por todas partes. Para los vecinos del lugar, el golpe inició no el 4 de febrero sino el 3, cuando se escucharon las primeras detonaciones.

Reina Rivas, aún vive en la calle 8 de la urbanización La Carlota, adyacente a La Casona. Aunque suele dormirse a las 9 de la noche, aquel 3 de febrero de 1992 se quedó prendada a la televisión, en vela y en vilo. “Estábamos aquí a las 11 de la noche y empezó un bombardeo. Tiros y bombas como una guerra. Yo dije ‘¿Dios mío qué está pasando? esto es un golpe de Estado, no puede ser otra cosa’”, comenta la dama-pelirroja de 75 años mientras su voz se quebraba y no podía evitar de llorar del horror que le tocó vivir.

Las frecuentes detonaciones la paralizaron esa noche y madrugada. Las balas perdidas volaban por todas partes ¡buscando víctimas! y ella no quería morir ese día. La señora Reina contaba que no vio a los soldados, de ninguno de los bandos enfrentados, ¡pero sí sintió los pasos que daban sobre el techo de su casa y la de sus vecinos!: “Yo estaba sentada ahí (en el mueble) y me cayó una bala aquí en la pared. Entró una que si se incrusta un poquito más, me mata.

A mi suegra que vivía arriba le entraron tres balas en el escaparate. Esos son los recuerdos bellos que tenemos de Chávez, que Dios lo bendiga”, expresa con ironía.

“Somos los mismos, somos los mismos”, exclamaba un paracaidista, como si esas palabras pudiesen revertir los disparos

Alicia Lombardi, residente de la calle 3 en la zona occidente de Santa Cecilia, pasó esa noche en La Urbina. Su madre, que entonces tenía 67 años, la llamó alterada: “Oye, tengo rato escuchando un tiroteo”. Alicia incrédula le respondió que seguramente eran fuegos artificiales por alguna fiesta en La Casona. Su madre le replicó: “Son tiros, son tiros. Es un asalto a La Casona”.

Allí comenzó la angustia de los hijos de la familia Lombardi. Su madre estaba sola, mientras ocurría un golpe de Estado. Sin que nadie pudiese acompañarla, le recomendaron encerrarse en el baño hasta que se normalizara la situación. “Mi mamá nos ponía el tiroteo por teléfono. Mi hermano, que vivía en Los Naranjos, intentaba observar con unos binoculares y solo veía humo. Fue terrible”.

Justo Paiva vive en la calle 3 de la zona oriente de Santa Cecilia. El frente de su casa colinda con un muro de la residencia presidencial por donde intentaron treparse varios soldados que, posiblemente, no lo superaban en edad, en aquel momento. Tenía 24 años y gran parte de los insurgentes también. “Escuché muchachos pidiendo ayuda, pero uno no salía por miedo”, rememora.

La familia Rivas terminó resguardada en el sótano de su casa. El silbido de las balas dentro de su casa los obligó a permanecer allí hasta las seis de la mañana del 4 de febrero. Cuando dejaron de escuchar las detonaciones se atrevieron a salir, pero todavía no a la calle sino a la sala de su casa, donde fueron testigos de los estragos: la puerta de vidrio disminuida a trozos en el piso.

“Yo estaba sentada ahí (en el mueble) y me cayó una bala aquí en la pared. Entró una que si se incrusta un poquito más, me mata»

“Oficiales y soldados les habla su Comandante en Jefe. Su obediencia es para conmigo”, dijo Carlos Andrés Pérez en la madrugada por las pantallas de Venevisión, canal al que logró trasladarse al salir en un vehículo no oficial por una puerta lateral del Palacio de Miraflores, asediado por balas y por blindados, uno de los cuales trepó las escalinatas del Palacio Blanco. Demostró que estaba a salvo, pero la redada todavía no había sido controlada.

Con el alba llegó la derrota para los alzados. Alrededor de La Casona se confundían los uniformes de los sublevados y los NO alzados:“Somos los mismos, somos los mismos”, exclamaba un paracaidista, como si esas palabras pudiesen revertir los disparos que recibió en la esquina de la calle Oriente de Santa Cecilia.

Héctor Díaz, vecino del lugar, recuerda escuchar esa frase mientras permanecía escondido bajo su cama, a donde se había metido apenas escuchó las advertencias de su papá. “Pude protegerme, en la cabecera de mi cama cayó una bala”, relata. Pero las súplicas de aquel soldado no valieron de nada. Cayó muerto por la bala de compañero de armas pero enemigo de la asonada.

La Casona 4F: Cuando el sol se empezó asomar el 4 de febrero 1992, los golpistas estaban tendidos en el asfalto. Los vivos, con las manos en la nuca. Los muertos, desperdigados por el lugar. Poco a poco los cadáveres fueron retirados. 14 personas fallecieron, según cifras oficiales, pero extraoficialmente se habló de entre 50 muertos y más de un centenar de heridos, la mayoría entre las filas de los sublevados.

«Blanca (Rodríguez de Pérez, la primera dama) pagó el daño por todos los carros y las casas”

Cuando Reina Rivas se atrevió a salir a la calle vio las consecuencias de ser vecina del Presidente de la Reopública: 14 impactos de bala se habían alojado en la fachada de su casa. “No nos imaginamos nunca que nos fuera a pasar algo así. Fue de terror. Asustados es poco”, comenta Reina sobre aquél día.

Héctor Díaz y sus primos recolectaron varios cascos de bala y una moneda ensangrentada. Contaron más de 70 carros abaleados, un improvisado y callejero polígono de tiro.

Amaneció de golpe el 4 de febrero, como se tituló la película del cineasta Carlos Azpúrua. Él también vivía en la calle 3 de Santa Cecilia. Su vecina, la escritora y poeta Carmen Cristina Wolf tiene una frase grabada en su memoria: “Ríndanse, soldados paracaidistas”. Una y otra vez el llamado se repetía aquella mañana por altoparlantes después de que Chávez pronunció su rendición ante las cámaras de televisión, el “por ahora” que lo mediatizó de por vida.

La Casona 4F:“Un soldado malherido decía ‘¿Qué va a decir mi mamá cuando se entere de que me mataron?’”, relata Carmen Cristina Wolf. Ella no pudo ver el rostro de ningún fallecido, pero esas palabras le hicieron sentir que quien las pronunciaba iba convencido de la victoria o no estaba seguro del embrollo en que participaba en los sucesos de La Casona.

Doña Blanca María Rodríguez de Pérez fue una gran venezolana y Primera Dama entre los periodos 1974 a 1979 y 1989 a 1993. Había nacido el 1 de enero de 1926 en Rubio, estado Táchira. Fue la esposa del Presidente Carlos Andrés Pérez desde 1948 hasta el 2010. Estaba residenciada en Caracas.

Tuvo 5 hijos con CAP: Sonia, Thais, Martha, Carlos Manuel, Maria de los Angeles, Maria Carolina. Su nombre de nacimiento: Blanca María Rodríguez Rodríguez. ¡Que en paz descanse y también vuele muy alto con Dios y la Virgen del Carmen!


LO QUE HIZO BLANQUITA Y LA OBRA QUE DEJÓ

Desde la Fundación del Niño hizo un gigante esfuerzo con el programa de los Hogares de Cuidado Diario, el cual lo inició en el Barrio La Silsa y empezaron con cuatro Hogares y luego en el Barrio Morán con cincoHogares. Se fue expandiendo por todos los barrios  de la capital y de Venezuela con más de 2.500Hogares de Cuidado Diario. El éxitoso programa lo hacían en el mismo barrio y buscaban a una mujer, que la misma comunidad indicaba que era la más cariñosa, la más educada y la más responsable.Y con apoyo de las Trabajadoras Sociales les decían como debían atender a un niño. Las preparaban. El tope por Hogar de Cuidado Diario eran 5 niños, porque decía Blanquita que en cualquier hogar se podían atender a cinco niños. Todos eran hijos de madres que tenían que ir a trabajar. Este éxitoso programa se fue por la borda, en el inicio del gobierno de Hugo Chávez.

Y desde BANDESIR (Banco de Sillas de Rueda) hizo un trabajo inmenso y con devoción...y todavía ese legado se mantiene en pié con un personal que sigue el legado de Blanquita en la Planta Baja de las Residencias Táchira, Paseo Colón, Caracas . Y antes de la pandemia trabajaban de lunes a viernes de 8am a 5 pm. (Telf: 0212-5741120). BANDESIR se convirtió en la para los que tienen familiares con impedimentos motores, y ofrecen un servicio al alcance de todos:• Suministro de sillas de ruedas y otros implementos ortopédicos, como bastones, muletas, andaderas y camas clínicas.

• Servicio médico y odontológico, incluyendo laboratorio clínico de calidad a precios accesibles, dirigido especialmente a personas discapacitadas y en general a personas de escasos recursos económicos.

• Servicios de rehabilitación dirigidas fundamentalmente a personas discapacitadas y de la tercera edad.

BANDESIR no vende, no alquila, porque fue creado con una figura de préstamo, con contribución, para las personas que requieran implementos ortopédicos: sillas, andaderas, muletas y bastones.Toda familia debe dar una pequeña contribución por el servicio que recibe. • Estos aportes pueden ser mensuales, trimestrales, semestrales o anuales.Estos ingresos permiten reparar y mantener los implementos en óptimas condiciones, eventualmente adquirir otros nuevos y, en caso de que el equipo requiera alguna reparación, mientras está en uso, se lo sustituyen por otro sin costo alguno.