Rosa Maria Adriani, de la estirpe del intelectual y economista merideño Alberto Adriani, era de la misma generación de Susana Duijm, Miss Mundo 1955...De élla y de mi abuela materna Carmen Cecilia Adriani, tengo muchas historias menudas e importantes de la Venezuela del Siglo XX...
Enfermarse y morir en la red hospitalaria de la “revolución
socialista roja-rojita” es uno de los peores infiernos que ningún venezolano se
merece padecer, ni tampoco los familiares más cercanos que le toque luchar
contra este horror en que casi nada funciona. Nada hay. Ni el agua potable de
los enfermos, se lo da este corrupto régimen, que tienen de humanitario la
misma estirpe de los que asesinaron cruelmente al perro CROSS en el
allanamiento brutal de “Los Verdes” en
El Paraíso (Sur-Oeste de Caracas) el martes 13 de junio del 2017.
La muerte es un hecho natural como
nacer. Pero lo más doloroso y cruel es que nos toque observar y vivir en carne
propia, como es sufrir EL HORROR de los hospitales de la muy mentirosa-corrupta
revolución rojita que desde hace 18 años arrasó al país y nos llevó a niveles
de subsistencia- Nos lanzaron encima a los venezolanos millones de gandolas
cargadas de infelicidad, pobreza, represión y abusos de poder nunca visto en el país en
muuuuchos años.
Mi mamá era de la misma generación
de Susana Duimj, Miss Mundo 1955 y murió dos años antes que élla. Del 15 de
junio al 4 de julio 2014 cuando mi mamá fallece dormida y en paz a las 6:15 am en el CDI de Chuao, Municipio
Baruta (este de Caracas), gracias al traslado de 8 horas antes del horroroso y
asqueroso Hospital de los Magallanes de Catia (Oeste de Caracas), que ordenara
por un acto de caridad y de humanismo la
Dra. Asia Villegas, Viceministra de Salud y Jefa de la Misión Médica-Cubana en el país en
el 2014 (es la hermana de los 3 periodistas Villegas). La muerte de un ser
querido duele mucho más, cuando no se dá en un ambiente humano, limpio,
tranquilo, sin delincuentes alrededor del paciente y del familiar que se
encarga de la pesadilla, como fue mi caso. Pero, tuve la suerte en medio del
infierno que me tocó vivir que fui una protegida de los mismos delincuentes y
familiares que tenían a sus seres queridos “tiroteados y graves” por la misma policía
y GNB compartiendo espacio con mi Rosa Maria.
Por dos noches seguidas tanto en la
madrugada de este 3 y 4 de julio soñé con mi mamá, pero fueron
sueños de “alerta” que debo tomar en cuenta. Me queda en mi recuerdo por
siempre, cuando la sacaba del horroroso Hospital de los Magallanes de Catia en una ambulancia del Gobierno luego de las 10
de la noche del jueves 3 de julio 2014, y que élla me agradeciera en voz baja, porque
no iba a pasar otra noche infernal e inhumana en el mencionado hospital y se
sentía feliz por ser trasladada para
Chuao (este de Caracas), en donde se respira el aire puro y fresco de El Ävila.
Antes de montarla en la ambulancia por instrucciones de la Dra. Asia Villegas,
me pidió sacar su famosa “carterita roja” para peinarla bonita y ponerle talco
a escondidas en su rostro de porcelana. Me pidió una pastilla para dormir, que
siempre llevaba en mi cartera para dársela todas las noches cuando me iba de
los hospitales, porque a irme YO, nadie la atendía, ni le daba agua si tenía
sed en la madrugada.
La madrugada del 4 de julio del 2014, fue la
mejor noche de mi mamá y la mía también en mucho tiempo. Los médicos cubanos
nos trataron a ambas con gran sentido humanitario. Yo andaba muy agotada con dos bolsas grandes
de tela que llevaban varios juegos de sabana, una cobija, una almohada,
desinfectantes para las manos, guantes desechables, medicinas, pañales
desechables, centros de cama, alcohol, champoo, utensilios hospitalarios que
YO tenía de la Clinica Luis Razetti del
2013. Todo el lugar es muy limpio. Pude
por primera vez usar con tranquilidad un baño limpiecito. Me lavé el rostro y los dientes en paz. Pude
caminar SOLA por los pulcros pasillos del CDI de Chuao sin miedo a nada, ni a
nadie. Usé las bolsas con las cosas de mi mamá para descansar 2 horas entre 3
sillas del CDI de Chuao (Centro Integral y de Diagnóstico Salvador Allende).
Cuando mi mamá llegó a Chuao aproximadamente a las 10:40pm del 3 de julio 2014,
a pocas horas de su partida definitiva, miró feliz el hermoso cerro EL AVILA…Me
apretó las manos y me dijo muy bajito al oído: “Gracias por sacarme de Los
Magallanes de Catia…Me está haciendo efecto la pastillita de dormir. Tengo
sueño. Voy a dormirme.”….Estas fueron sus últimas palabras y las llevo muy
dentro de mí. A las 6:30 de la mañana
(ya mi mamá había fallecido), pero los médicos
cubanos por consideración conmigo de verme como alma en pena toda la noche y
madrugada del 4 de julio por sus
pasillos, no me lo dijeron hasta las 7:30 am. Luego que alguien de allí me
trajera un sabroso y muy caliente café
con leche grande con un pastelito de queso…
Fue después de este bonito gesto,
cuando yo iba montada en un Metrobus por Chuao rumbo a Chacaíto, que una amable
enfermera cubana me llamó a mi celular con un sentimiento solidario: “Lamento
informarle que su mamá Rosa Maria falleció dormida a las 6:15 de la mañana.
Pero no quisimos informarle de inmediato hasta que supiésemos que usted hubiese
tomado aunque fuese un café con leche”…
Recibí la noticia en calma y en paz
con mi mamá. No pude llorar en ese momento. Tenía que pensar en frío y lo que debía hacer SOLA a partir de esa noticia. Mi plan ese dia era venirme
para El Valle (Sur-Oeste de Caracas), con las 2 grandes bolsas de tela que eran
de mi mamá, porque el personal médico y de
enfermeras cubanas de CDI de Chuao, me dijeron que NO les iba hacer
falta. Deseaba bañarme y cambiarme de ropa. Buscar todos los documentos que iba
a necesitar a partir del viernes 4 de julio 2014.
Pero, ya
estando en el Metro de Chacaíto cerca de las 8am como alma en pena y caminando “como
en el aire”, decidí que debía ir a la casa de mi papá en Los Ruices (este de
Caracas), porque iba a necesitar un carro para iniciar el primer periplo súper difícil
de cuando alguien fallece en Venezuela: La burocracia y papeleo legal cuando alguien
fallece es un cuento de horror en el Socialismo Rojito de Chávez y Maduro.
Y si alguien se muere en un CDI que
gerencie un personal médico cubano, lo legal se hace mucho más complicado y más
engorroso. No hay un médico venezolano que firme el Acta de Defunción. Entonces
hay que solventar otros “lios” legales que son de un enredo “de Dios y Señor
Nuestro”. Desde el 4 de julio del 2014, por no tener el CDI de Chuao una morgue,
colocaron a mi mamá en una sala de cirugía que es muy fría. En donde me la
mantuvieron impecable y los muchos morados feos en todo su cuerpo que traía del
Hospital de los Magallanes de Catia, todos se desaparecieron.
Luego de un horroroso y muy
complejo proceso legal el dia viernes 4 de julio y en el Cementerio del Este a
primera hora del sábado 5 de julio 2014, se logra coordinar que mi mamá fuese
recogida en el CDI de Chuao a la 1pm por las autoridades del mencionado
Cementerio, a quienes YO debía esperar hasta que llegaran. Desde ese momento,
no se podía hacer otra diligencia legal en la capital. Tenía que esperar las
8:45 am del domingo 6 de julio, para que la Alcaldia de Baruta (con dos
testigos que yo tenia que llevar) que me dieran el permiso de cremación de mi
mamá (según su voluntad en vida) y 3 actas de Defunción firmadas y selladas
para efectos legales en distintas instancias. Los fines de semanas y días feriados,
las Jefaturas Civiles y Alcaldias en Venezuela para efectos funerarios,
solamente trabajan hasta antes de las 12 del mediodía.
De aquí (Alcaldia de Baruta), el
mismo domingo 6 de julio tuve que correr otra vez para el Cementerio del Este,
para que a mi mamá la pudiesen cremar a la 1:15 pm de ese dia. Todo aquí está
cronometrado como un reloj suizo y como está en pizarra. La despedida del ser
querido en estas circunstancias (Cremación) es por 15 minutos en una pequeña
salita y el Cementerio del Este lo coordina con gran respeto y precisión. Me
despedí sin llorar. Me dolía el pecho. Lo sentía oprimido. Fueron muchos días antes
de mucho llorar, rodeada de delincuentes y familiares que me abrazaban en mis esperas en solitario en el
Hospital Periférico de Coche.
En los Magallanes de Catia, la solidaridad NO
EXISTE. Todo allí es más cruel, como la suciedad de sus baños, techos con agua
que caen como cascadas en los pasillos, perritos callejeros que caminan por las
salas de hospitalización. Moscas grandes que vuelan por encima de los enfermos.
Solamente lloré y lloré en la noche del domingo 6 de julio 2014 y en otros días
de manera silenciosa en mi habitación: ¡Ya ni mi mamá y yo NO estábamos en el
infierno dantesco de un hospital público del “ Gobierno Revolucionario Rojito
de Chávez y Maduro”.
*Diseño artistico de las fotos de Rosa Maria Adriani, es una hermosa cortesia de mi querida amiga y colega periodista Inés Marcano (La Nena) que vive felizmente en Denver, Colorado (USA) con su hija Daniela, Ingeniera de Sonido...